¿Recuerdas el día que menstruaste por primera vez?
Yo, perfectamente. Tenía 11 años, a punto de cumplir 12. Acaba de empezar el año 1999 y un día, cuando llegué a casa después del colegio, mis bragas me dieron el aviso.
Ya está. Ni dolor ni sangrado continuo. Solo eso, una mancha.
Recuerdo que mi madre no estaba en casa y fue mi abuela a la primera a la que se lo conté. ¡Ya eres una mujer!, me dijo. Y a mí me invadía un sentimiento de pena y rechazo a la vez. No me reconocía ni me sentía “una mujer”, sino una niña (pensaba que era muy pronto para menstruar). Las mujeres de mi familia, por el contrario, se lo tomaron con alegría, casi como una celebración de algo que yo no entendía por qué debía celebrarse.
Pasaron 5 o 6 meses hasta la siguiente menstruación (ya con 12). Era junio, el curso estaba a punto de acabar y había quedado con compañeros de clase para ir al cine a ver una película de Freddie Prinze, Jr. (mi ídolo adolescente). Me sentía rara. El sangrado duró unos días y me horrorizaba la idea de que alguien notara que llevaba una compresa puesta.
Ya en pleno verano, la tercera menstruación llegó dando gritos. Mis abuelos cuidaban de mi hermana y de mí durante las vacaciones y recuerdo decirle a mi abuela que quería que me arrancaran los ovarios. Yo esperaba que la regla doliese, porque eso era lo que había aprendido, pero no sabía cuánto.
Ante el drama por mi insoportable dolor de ovarios, mi abuela me decía: “es lo que tiene ser mujer, hija”. Y yo solo lloraba (literalmente) de dolor y desesperación mientras repetía: “pues ODIO ser mujer abuela. Lo ODIO”. Pareciera que ser mujer va de la mano de soportar el dolor... y no. Dejemos de repetir este patrón.
Después del verano, el médico me recetó un antiinflamatorio fuerte para paliar el dolor en mi siguiente menstruación. Asunto arreglado [ironía modo ON]. Total, para qué te van a explicar cómo funciona tu cuerpo, para qué te van a decir que menstruar no debe doler, que estamos "viviendo mal" y por eso nos duele, que descansemos si lo necesitamos y reclamemos el derecho de nuestros cuerpos a hacerlo... ¿para qué? Si una pastilla silencia (no arregla) el problema.
Así fueron los inicios de la relación con mi ciclo menstrual.
Menstruar me avergonzaba, y nadie me había enseñado a desmontar esa vergüenza (porque no sabían y porque no tenemos cultura menstrual). En mi clase solo había dos compañeras que menstruaran -que se supiera- y era motivo de burla y cotilleo (sí, porque tampoco hay educación menstrual en los coles).
De hecho, yo he escuchado en mi familia eso de "no comas helado que tienes la regla".
Con este panorama, no me sorprende haber estado mínimo un año de ni vida metiendo las compresas en la manga del uniforme con el máximo cuidado de no ser vista, haber corrido hacia el baño más alejado y haberme cambiado intentando no hacer ningún ruido “sospechoso” por si alguien me descubría.
Si no nos enseñan a relacionarnos con nuestra menstruación -y con nuestro cuerpo-, si ésta sigue siendo un tabú, si seguimos rodeándola de mitos absurdos (no hacer mayonesa porque se corta, por ejemplo), si la publicidad sigue mostrando "sangre azul", si no hay espacio para vivirnos con naturalidad ni respeto hacia nuestra ciclicidad… las menstruaciones seguirán siendo un infierno para muchas mujeres y niñas.
Y hay algo que está claro. La mitad de la población mundial, la formamos cuerpos menstruantes.
¿Cómo puede ser que sepamos tan poco de algo que nos atraviesa durante una parte importante de nuestra vida?
¿Hasta cuándo vamos a dejar que se hable de la menstruación como una enfermedad? No “estoy mala”, tengo la regla.
¿Vamos a seguir condenando a las niñas a la oscuridad menstrual?
Empecemos llamando a las cosas por su nombre. Y después, tomemos nota:
El ciclo menstrual dura desde el primer día de sangrado, hasta el día previo al siguiente sangrado. Es decir, nuestro ciclo está vivo CADA DÍA, no solo los días de sangrado.
El ciclo menstrual no siempre dura los mismos días de forma EXACTA. Nuestras menstruaciones no son fórmulas matemáticas. Mis ciclos, por ejemplo, duran entre 29 y 40 días.
El ciclo tiene 4 fases: 1- Fase Menstrual. 2- Fase Preovulatoria. 3- Fase Ovulatoria (posibilidad de embarazo). 4- Fase Premenstrual.
Cada fase del ciclo corresponde a una fórmula hormonal que influye en nuestros cuerpos, nuestros comportamientos, nuestra energía, nuestras emociones... ¡y estos patrones se repiten cada mes! SOMOS CÍCLICAS.
Por nuestro estilo de vida (estrés, rutinas, alimentación, cansancio, etc.) es habitual que el primer (o primeros) día menstrual lo vivamos con mucho dolor, PERO NO ES LO NORMAL (algunas mujeres también sufren dolores en la fase premenstrual). Si el dolor te impide hacer tu vida (aunque sea a un ritmo más pausado), ve al médico e insiste en que te hagan todas las pruebas necesarias para saber que tu salud está en orden.
Tienes derecho a bajar el ritmo. Deja de luchar contra tu cuerpo y prueba a concederle poco a poco sus necesidades. Si el día 1 tienes que bajar la velocidad, ¡hazlo! Verás como poco a poco tu cuerpo responde y tu vida cambia.
Para poder conectar con nuestra esencia y nuestra naturaleza femenina auténtica, debemos entender nuestro ciclo menstrual, cómo funciona, cómo nos afecta y cómo podemos hacer uso de las energías de cada fase para vivir alineadas con nosotras mismas.
Por eso, en los siguientes artículos del blog te hablaré:
Cuando salí del armario menstrual: Autoconocimiento femenino.
La copa menstrual: Alternativas ecológicas y sostenibles para el sangrado.
Día 1: ¿Qué podemos hacer para paliar los dolores menstruales?
Cómo influyen los anticonceptivos hormonales en nuestro ciclo menstrual.
Y ya sabes, si quieres estar al día de mis contenidos, ¡suscríbete a mi newsletter! Cada luna nueva y luna llena te envío cartas digitales escritas con mimo y amor para acompañarte a conectar con tu naturaleza femenina auténtica.
Recuerda, todo empieza por ti.
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